Descripción
Erase una vez un viudo que tenía una hija. Un buen día este señor decidió casarse con una señora antipática y grosera, que teniá dos hijas tan desagradables como ella.
Después de la boda, como la madrastra no sosportaba a su hijastra, le asignó todas las tareas de la casa: lavar los platos y la ropa, cocinar y ordenar las habitaciones de sus hermanastras. Invluso, la obligaba a dormir en la buhardilla sobre una cama detartalada”.
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